lunes, 15 de julio de 2013

El fuego que nos quema es lo que nos llama a cambiar.

Buda dijo en la parábola de la casa en llamas que a aquel al que no le queme la vida tanto como para querer saltar y cambiarse de sitio, él no tiene nada que decirle.
El compromiso con nuestro cambio nace del propio dolor que nos impulsa a salir y , en definitiva, abandonar el lugar donde estamos, nuestra zona de confianza. Y he ahí donde radica el primer obstáculo: tenemos que sentir tal necesidad de querer salir de nuestra zona de confianza, salir de la casa que arde -aunque sea lo que mejor conocemos-, que no nos importe abandonarla.
Como dijo el dúo Dead Can Dance, "y aquí seguimos nosotros, doblegados por el miedo a volar". Ese dolor, no debe cabernos duda, nos aporta algún tipo de beneficio. Quizás no sea otro que el más obvio y primario: es lo que conocemos, nuestra atalaya, el techo que nos defiende.

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